miércoles, 26 de mayo de 2010

PARA LOS QUE PIENSAN EN SU PROYECTO DE VIDA

Hola amigos y amigas de ITPUNIVERSITARIO, les hacemos una invitación. Escuchar con detenimiento las palabras de un discurso pronunciado por Steve Jobs.

En él, Steve Jobs, uno de los fundadores de Apple pronuncia un discurso en la Universidad de Stanford. En la exposición ofrece su visión acerca de cómo el destino marca el devenir de nuestra vida y cómo todas nuestras experiencias y las cosas que puedan parecer más mínimas son susceptibles de cobrar relevancia y sentido en el futuro, resalta la importancia de aprovechar los cambios para tomar nuevos rumbos, hace hincapié en la necesidad de tener confianza en uno mismo... Además, es un magnífico ejemplo de cómo una persona puede contar su propia experiencia cuando se tiene un proyecto de vida y mantener absorto a un auditorio de miles de personas (publicado en Youtube en abril 21 de 2009).

¿En esto radica el valor de tener un proyecto de vida o un proyecto de universidad?. ¿Tú que piensas?



Espero sus comentarios y las respuestas a las preguntas: ¿tienes definido tu proyecto de vida? ¿te gustaría aprender a construir el proyecto de vida?

viernes, 14 de mayo de 2010

EN EL DIA DEL MAESTRO

Una ocasión interesante hace parte de la vida universitaria, de la vida educativa de este país. Se trata del DIA DEL MAESTRO. Una vez más y cada año se recuerda y se celebra la encomiable labor de educadores y educadoras de la niñez y la juventud colombiana. A través de ITPUNIVERSITARIO, queremos hacer llegar nuestra voz de FELICITACIONES Y GRACIAS a los maestros del Instituto Tecnológico del Putumayo; ustedes son el "último batallón de la esperanza", la otra oportunidad posible que tiene este país. Confiamos en que las instituciones donde laboran y sus estudiantes celebren con ustedes este día extraordinario.

Maestros y maestras (finalización diplomado en pedagogía ITP)

Valga la oportunidad para hacer conocer una carta de un maestro dirigida a su amigo, también maestro y que en sus distancias tienen la oportunidad de recordar que la vida del maestro acontece alli donde la amistad, el diálogo, la pregunta, la conversación y los detalles hacen parte de la vida cotidiana como la mejor memoria.

Esta es la carta:

CARTA A UN AMIGO MAESTRO

Amigo Gonzalo, amigo maestro: Desde las profundidades del Rio de las Garzas, cruzando la cordillera agreste de los andes, pasando por acantilados inexpugnables y exóticos ríos que se eternizan en las selvas amazónicas, va mi saludo de este amigo que creció contigo en las épocas juveniles de universidad. Allí, donde alguna vez nos sacaron de la biblioteca y nos adiestraron a un sistema de pupitres y maestros lectores de fichas viejas. Allí donde algunos principios franciscanos nos negaron la posibilidad de palabrear con las ideologías de la izquierda.

Te escribo estas letras largas, en un momento donde surgen las nostalgias por los hechos y los dichos que se escaparon en el tiempo. Aquellos espacios en que murieron nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestras risas y nuestras ansiadas visiones de transformar el mundo con "Manos a la Obra".
Sin embargo, esos recuerdos también van y vienen en esos viajes de misioneros idealistas cargados con mochilas y biblias, listos para el apostolado, de esos campamentos improvisados a más de 3500 metros y con el frio arrollador del Azufral y con grandes esperanzas de vernos en las aulas enseñando a vivir, a estar en este mundo posible de fatigas y desvelos, con nuestras idas y venidas a un mismo lugar, el de siempre: la universidad.

Con ansia reclamamos y añoramos a los viejos amigos y amigas, maestros que se fueron, que murieron y que yacen en la página en de nuestro libro personal, ese libro- fotocopia que algún día me regaló "Cartas a un jóven poeta de Rainel María Rilke, y que no olvido porque lo aprendí de memoria y lo repito una y otra vez. Me gustaría que Usted lo recuerde:

Mi querido señor Kappus: he dejado mucho tiempo sin respuesta una carta suya. No porque la hubiese olvidado. Al contrario: es una de esas cartas que nos agrada releer cuando volvemos a encontrarlas entre otras, y en ella le reconocí a usted como desde muy cerca. Me refiero a su carta del 2 de mayo, que seguramente recordará. Cuando la leo, como ahora, en medio del gran silencio de estas lejanías, su bella inquietud por la vida me causa una emoción aun más intensa que la que sentí ya en París, donde todo suena de otro modo y acaba por perderse, desvaneciéndose entre el enorme estruendo que allí hace retemblar todas las cosas. Aquí, rodeado de un imponente paisaje batido por los vientos que los mares le envían, siento que a esas preguntas e inquietudes, que por sí mismas y allá en sus profundidades tienen vida propia, nadie puede contestarle. Pues aún los mejores yerran con sus palabras, cuando éstas han de expresar algo en extremo sutil y casi inefable.

Mi querido amigo, en estas circunstancias de lejanía y profundidad, me queda esta oportunidad para que reciba mi saludo de maestro y juntos aprendamos a releer estas cartas de RilKe, para no olvidar a través de estas distancias, que son muchas cosas las que nos unen, muchos detalles los que nos acercan y muchas palabras las que nos invaden. Y qué decir de las preguntas si ellas son nuestro camino; el camino que juntos recorrimos y que cuida de la herencia que le ha sido confiada y persevera en ella. Recuerde a las preguntas, sobre todo aquellas que conjugamos jugando a ser niños con el “pequeño domino de animales” construido en sus prácticas pedagógicas con sus estudiantes.

En este juego entre pasado y presente se nos otorgó el sentido. El pasado con aquella noticia que transmite la tradición y que configura nuestra herencia; eso que somos por licencia: maestros; el presente, a su vez, interrogándolo y haciéndonos conscientes de lo permanente y de lo que retorna siempre a través de la multiplicidad de formas y figuras que asume lo singular, es decir de su proyecto de maestro.

En estos menesteres de maestro y proyecto, de pasados y presentes, cómo olvidar las risas y los detalles de aquella vieja oficina que nos hizo mirar desde el quinto piso los atardeceres del Galeras y los vetustos tejados de la imperial e hidalga ciudad de los pastos. Cómo olvidar a nuestro gran amigo Agualongo, el héroe malogrado de la falaz independencia. Recuerde mi querido profesor Gonzalo que allí aconteció la vida con un gran amigo y también afanoso maestro que juntos aprendimos a querer desde el pequeño mundo del Grupo Universitario. A la fecha solo subsiste en la memoria larga, en los borradores de la historia, en la biblioteca personal, las horas compartidas, los ensueños, las risas interminables, los desvelos de bohemia y los textos de Relke, Deleuze, Guattari, Lipman, Heidegger, entre otros.

No me quiero despedir sin antes decirle que aún permanecen las esperanzas de volver a reconstruir los compadrazgos, las bohemias, las risas largas y los chistes verdes; sin más, quedan aun las miradas buenas, los abrazos y los jubileos de la buena nueva que predicamos como maestros. Aun están los desvelos que nos trajo la bella secretaria con su mirada seductora, su belleza andina, su palabra oportuna y su sonrisa tentadora. Y están los estudiantes, eternos preguntones del ¿qué hay que hacer? después de una extensa explicación metafísica.

Que gratas son entonces, las narraciones de nuestras experiencias con otros, de los encuentros, de las prácticas, de las tutorías, de las enseñanzas, de las conversaciones y los diálogos. Este texto sujeto a interpretaciones nos habla de una verdad que ha sido alcanzada y que tiene cierta altura. Nosotros, dice el profesor Angel Sopó, entablamos un diálogo con él. El habla y plantea una verdad. Nosotros a la vez preguntamos para conquistarla.

Finalmente, querido maestro después de hacer este recorrido por un camino de pequeñas historia, de pequeños detalles y de auspiciar la conversación, le parecerá extraño que tras tantos años sin vernos, me dirija a través de esta carta de memorias. Perdone que me dirija de una forma pública pero creo que es la mejor forma de que todos conozcamos y valoremos la labor que ha desarrollado en el trabajo de aula durante largos años.

Ha de saber usted, querido profesor Gonzalo, cuánto me alegra tener noticias suyas. Las noticias que me da, reales y francas, como ahora vuelven a serlo, me parecen buenos y provechosos. Y, cuanto más lo recuerdo, más se afianza en mí la sensación de que son buenas de verdad. Esto, por cierto, quería yo decírselo en ocasión de Nochebuena y en los ratos que nos da deparado la vida. Pero por causa del múltiple y continuo trabajo de maestro en que vivo envuelto en este invierno tropical amazónico, me sorprendió su invitación a celebrar el día del maestro y recordar que tan loable labor nos envuelve a los dos, en “la escuela como escenario de construcción de comunidades justas e incluyentes”.

Pero a menudo he pensado en usted durante estos días festivos, imaginando cuán tranquilo debe de estar en su Centro Regional, deseoso de saber que los amigos lo reclaman, que las historias cambian con el tiempo, que las ciencias se transforman, que los conceptos devienen en conceptos; que nuestros hijos, más que creación de conceptos se volvieron bellos seres humanos y fieles compañeros de la vida. Que nuestros estudiantes volvieron a las aulas para aprendera aprender la verdadera ciencia, que los tableros se vistieron de blanco para establecer las escrituras y que nuestra amada y siempre fiel amiga biblioteca abrió el camino hacia sus mejores libros.

GRACIAS COMPAÑERO MAESTRO. Un saludo muy especial en este tu día, tu amigo maestro también recuerda con afán esta celebración pública. Nos encontramos en el próximo año, precisamente en el mes de mayo donde una palabra vibrará nuevamente en nuestras bocas: ¡Feliz día Maestro!